Puerco fiado gruñe todo el año.

 Publicado por Vicente Montañez en LA GACETA el 10 de Noviembre de 2017.

Dice el sabio refranero popular refiriéndose a lo incómodo que resulta ser molestado por los acreedores. Y es que, cuando según los datos del Banco de España la deuda del estado en el mes de septiembre ha batido records llegando a los 982.119 millones de euros (un 3,45% de incremento frente al mismo mes de 2016), parece ya inevitable que en breve empiecen a molestar nuestros socios europeos con el excesivo nivel de endeudamiento. Y digo excesivo, porque en un entorno económico donde gracias a los vientos de cola de nuestra economía crecemos al doble de la media de UE, nuestra economía se endeuda en mayor nivel que crece. Cierto fue que durante el largo periodo de crisis tenía bastante sentido que nuestro país se endeudara para atender el gasto generado por el mantenimiento del estado del bienestar en un periodo económico recesivo y con crecientes tasas de desempleo. Pero la pregunta que nos plantea ahora es... Y en un momento de crecimiento económico y de empleo mayor que la media de la eurozona ¿Cómo es posible que nuestra deuda país siga creciendo?

Una respuesta casi de manual sería pensar que hemos incrementado nuestra deuda para financiar proyectos de inversión pública que permitan en el futuro seguir manteniendo el crecimiento económico cuando desaparezcan esos vientos de cola, pero en nuestro caso, y a pesar de la lógica aplastante que tendría esa respuesta, dista mucho de la realidad. Y dista, porque seguimos endeudándonos para pagar el gasto corriente de las administraciones públicas, del estado descentralizado y del estado de las autonomías que tantos dolores de cabeza nos produce últimamente. Porque seguimos con un sistema deficitario de pensiones, con un sistema productivo apalancado sobre el sector servicios y de baja productividad y con una creación de empleo basada en la redistribución de la misma masa salarial sobre más personas. En definitiva, que a pesar de las tan prometidas reformas estructurales, en esta querida España que sale a comprar el pan todos los días con la tarjeta de crédito, no se han acometido las reformas necesarias para corregir el excesivo gasto público. Porque lo único que se está corrigiendo es el déficit público, pero no conteniendo el gasto de las administraciones, sino habiendo subido la recaudación vía impuestos y confiando en que el crecimiento económico en términos de incremento de PIB haga el resto. Nada se ha resuelto en materia de pensiones tras consumir la famosa "hucha" más que transferir una cantidad de los presupuestos generales del estado para poder afrontar los pagos del año. Tampoco se ha conseguido resolver el problema de la financiación autonómica, que sigue generando agravios comparativos y poniendo "en jaque" casi a diario las prestación de los servicios transferidos. Nuestro modelo productivo sigue basado sobre los mismos pilares que nos aportan una baja competitividad y nuestro mercado laboral sigue dejando "pobres en activo".

Es por los motivos anteriormente expuestos, que nuestra economía sigue endeudándose, y por suerte lo hace en un entorno de precios del dinero nunca visto, con tasas de interés negativo. Pero que nadie se lleve a engaño, nos seguimos endeudando y lo seguiremos haciendo, porque frente a un año como 2018 sin presupuesto general del estado a la vista, con una demanda de pensiones crecientes, unas previsiones de desaceleración económica superiores a 8 décimas del PIB (del 3,1% al 2,3% enviado a Bruselas por el ejecutivo), un objetivo de reducción del déficit un punto superior en términos de PIB frente al actual año y con una previsible subida de los tipos de interés, seguiremos tirando de deuda.

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